Michelángelo

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El genio creativo de la Toscana, en donde confluyen la belleza y la expresividad, tiene su más impresionante representación en la figura de Miguel Ángel Buonarroti. Su personalidad llena de idealismo y rebeldía, es la de uno de los genios máximos de toda la Historia. Su obra es variada y compleja, desde poesía hasta arquitectura o pintura; pero sobre todo, escultura. Toda su vida transcurre en un ardiente misticismo platónico tras la busca de la idea de la Belleza. Absolutamente inconformista, no le gusta ni Leonardo ni Rafael, ni tampoco Bramante; pero, desde luego, tampoco su propia obra. Utiliza, casi siempre, el blanco y compacto mármol de Carrara, por estimar que este noble material es el más adecuado para acercarse a la Belleza.

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Con frecuencia suele confundirse «gran tamaño» con «grandiosidad», cuando, en realidad, ésta no tiene nada que ver con las dimensiones físicas y sí mucho con las espirituales. Las figuras de Miguel Ángel son siempre grandiosas, verdaderos titanes; son el arquetipo del hombre, y el tratamiento de la anatomía sólo es un camino, un pretexto, para lograr el ideal buscado. En sus esculturas trasciende una irreprimible vitalidad contenida que es más de dioses que de hombres.Un ejemplo de ésto es su Moisés.

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Nacido en Florencia, realiza sus primeras obras bajo la protección de los Médici. Esta primera parte de su obra es aún clásica, inspirada directamente en los mármoles antiguos que adornaban el jardín de sus mecenas. De este tiempo es la Batalla de los Centauros y la Virgen de la Escalera . Marcha a Roma, donde esculpe su primera Piedad la de San Pedro del Vaticano.

Pero la obra más significativa de este momento es su David (hoy en Florencia). De tamaño mayor que el natural es impresionante en su grandiosidad; la postura es helénica, pero en las manos dobladas y en el gesto terrible nos comunica la tensión espiritual que ardía en el corazón del artista.

En los últimos años de su vida, su espiritualidad le lleva a verdaderos arrebatos religiosos y se siente atraído por el tema de la Piedad, que ya había trabajado en su juventud. Las de ahora son dramáticas, y vamos asistiendo a un proceso de mayor intensidad dolorosa en la cronología de los sucesivos grupos. El último, la Piedad de Rondanini, nos muestra la terrible soledad dramática de la Madre y el Hijo, indisolublemente unidos.

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Con Miguel Ángel, el equilibrio entre forma bella y movimiento expresivo, propio del Quattrocento, alcanza en la escultura su más alta expresión histórica, pero con él este equilibrio se romperá en favor del movimiento.

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