Muchos conflictos familiares se originan por la deficiencia de sus miembros en habilidades de comunicación, lo que influye en la capacidad de resolución de problemas.

        Existe una relativa inhabilidad para manejar los problemas de modo efectivo y originar cambios en la conducta del otro cuando tales cambios son deseables. Los padres frecuentemente, utilizan tácticas de control basadas en el castigo y el reforzamiento negativo. Es decir, se intenta influir en la conducta del hijo mediante la coerción o la estimulación aversiva del tipo de: críticas, amenazas, regañinas, chantajes, etcétera, para obtener el cambio que se desea. Lo cual genera un clima mayor de insatisfacción, interacciones tensas y desagradables y evitación de la situación.

        Estos padres no aciertan normalmente a aplicar los principios de reforzamineto positivo, moldeamiento, etcétera, intentando modificar la conducta de sus hijos mediante el control aversivo y no refuerzan las conductas que se desean.

La comunicación es un componente esencial en la negociación para el cambio de conducta.

        Las personas nos comunicamos entre sí para transmitir sentimientos o emociones, peticiones o elogios, hablamos, sonreímos, gritamos, gesticulamos, lloramos. Para que el intercambio de mensajes entre quien escucha – receptor- y quien habla – emisor- fluya de modo apropiado y directo se requiere habilidades de expresión y de recepción.

                    Los déficit más frecuentes en el que habla son:

  1. La propia inhibición de la emisión.
  2. Comunicación inadecuada para la consecución de un objetivo.

Las inadecuaciones en el que escucha son:

  1. Carencia de habilidades para escuchar o atender los mensajes del otro.
  2. Dificultad para reconocer y recibir conductas o mensajes positivos.
  3. APRENDIZAJE DE LAS HABILIDADES DE COMUNICACIÓN.

           Es conveniente empezar por observar el patrón de comunicación en el contexto familiar, pues su objetivo es intentar eliminar o reducir las conductas inadecuadas e incrementar aquellas que se consideran básicas para una comunicación efectiva y facilitar así la solución de problemas.

            El objetivo básico del aprendizaje en habilidades de comunicación será, por una parte, que todos los componentes de la familia aprendan un correcto vocabulario interpersonal, adecuado para disponer de un mensaje descifrable por un código común (evitar aquello de: "¡parece que hablamos idiomas diferentes!"), y, por otra, incorporara a sus repertorios comportamentales una serie de habilidades (saber escuchar, expresar sentimientos, etc.) que les capaciten para emitir y recibir mensajes de forma adecuada.

    Aprender a utilizar un lenguaje operativo.

            Es importante evitar el lenguaje inespecífico. Sirva como ejemplo la siguiente "conversación" o intento de la misma:

       

         Madre: "A tu padre y a mí nos gustaría que intentases comprendernos....que comprendieses nuestra situación...."

         Hijo: "Mamá, lo entiendo. Pero ¿qué tengo que comprender?".

         Madre: " Tú ya lo sabes....parece que no nos quieras...que no te importemos. Eres un egoísta".

         Hijo: " Me importáis mucho. Pero ¿qué queréis exactamente?".

         Madre: "¡Ves!....sólo piensas en ti. Nunca piensas en tus padres. ¿Estás escuchando a tu hijo?

         Padre: "Sí"

         Hijo: "¡ No entiendo nada! La verdad es que no hay quien os entienda. ¡Siempre tenemos que terminar a gritos! ¡Dejádme!".

     

            En este diálogo se espera que el otro interprete lo que se quiere decir, lo que se desea. Esto conduce a un alejamiento gradual y a la aparición de emociones negativas (irritación, cólera, etc), desencadenando un nuevo conflicto.

            Por tanto, el lenguaje ha de ser operativo, capaz de establecer un código intercambiable y descifrable, para ser eficaz. Los requisitos del lenguaje operativo son:

    1. Debe estar basado en descripciones observables y cuantificables para que cada

    interlocutor sepa qué es lo que ocurre y qué es lo que se debe cambiar.

    2. Debe ser congruente, es decir, oportuno y conveniente según la situación y el contexto en que tiene lugar.

    3. Debe hacer énfasis en la información positiva.

          4. Debe estar basado tanto en la comunicación verbal como no verbal. El cómo expresamos nuestras               peticiones contribuye a transmitir más información que lo que se dice.

 

    Aprender habilidades conversacionales.

        Los elementos básicos de la conversación son: hacer preguntas, dar información adicional, escuchar, llevar la conversación (cambiar de tema, tomar la palabra, pasar la palabra), cerrar la conversación.

        Una interacción generalmente empieza con una pregunta (por ejemplo: "¿Cómo ha ido hoy el instituto?"). una respuesta escueta (por ejemplo: "bien") difícilmente favorece una conversación fluida; por el contrario, la información adicional ("Bien. El profesor de matemáticas está enfermo") sirve de estímulo para continuar la conversación.

        Pero la habilidad más importante puede ser la de escuchar. "El mejor conversador es el que mejor escucha". Saber escuchar no supone sólo recibir pasivamente la información, sino que implica dar señales al que habla de que se está escuchando.

        Ciertas características de la conducta no verbal (postura, contacto visual, etc.), o bien la ausencia o presencia de cierta conducta verbal (preguntas, exclamaciones, etc.) pueden ejercer sobre el que habla (el emisor) la percepción de que "el otro" nos escucha o, por el contrario, no lo hace. Una mirada ausente, una postura incorrecta, etc., pueden irritar a nuestro interlocutor al comprobar que el otro no atiende; por el contrario, el contacto visual, movimientos de cabeza, el uso de paráfrasis indican al emisor un: "continúa, me interesa lo que me dices y te escucho atentamente". En esta última situación se siente gratificado y motivado a repetir el encuentro y la conversación.

        Por otro lado, debemos incidir en el dominio y la adquisición del lenguaje, como hablar, interpretar y sobre todo saber escuchar. Para ello proponemos una actividad llamada El debate.

Finalidad de la actividad: Adquirir destrezas para hablar, escuchar y comprender. Emplear con fluidez el vocabulario y las estructuras de la lengua.

 

 

 Posible actividad: Elegir un tema a tratar por parte de los padres. Son los padres los que deben proponer iniciativas para ver que opinan sus hijos sobre ciertos temas y de esta manera adquirir una mayor comunicación con ellos, siempre y cuando los padres respeten sus opiniones y sean flexibles.

 

 

        Para concluir, señalar, que la sociedad actual está dominada por la imagen y los avances tecnológicos frente a la palabra hablada o escrita, esto significa que hablar o escribir con corrección representa una gran dificultad en edad de formación, niños y adolescentes, impidiéndoles una comunicación ágil y fluida que les permita transmitir una idea o pensamiento. De esta manera, se pueden producir barreras de comunicación que dificulte el entendimiento de padres e hijos o profesionales de la educación con sus alumnos.

 

 

 

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