Tamurejo constituye, junto con El Risco, uno de los nucleos de población más reducidos de la comarca. Al igual que su vecino Baterno, se localiza en el límite mismo de la provincia de Ciudad Real, ocupando la falda de un cerro (El Morro), sobre un dominio accidentado de sierras de complicada oreofrafía, pobladas de dehesa y monte bajo. Cuenta con parajes de interés como el Ejido, próximo al pueblo, la Dehesa, la Peña el Águila y el río Siruela, afluente del Zújar.

Desde los años cincuenta, la fuerte emigración ha provocado el descenso y el envejecimiento de la población. En la actividad agrícola hay que señalar un predominio sel sector agrario, aunque la superficie labrada, como consecuencia de lo accidentado del terreno, es poco considerable. Entre los cultivos destaca el olivar, y en el sector ganadero destaca el ganado ovino.

En lo jurisdiccional dependió como aldea, hasta obtener la condición de villa el 18 de julio de 1741, primero de Garlitos y luego del Condado de Siruela. Fue a finales del siglo XIX cuando Tamurejo se desvinculó completamente del Condado de Siruela.

En el nucleo urbano destaca la Iglesia de Santo Toribio de Liébana, reconstruida en 1870, modesto edificio de mampostería encalada, con sencilla portada de tímpano y remate escalonado en la fachada principal.

Cuenta el núcleo urbano con un envidiable trazado urbanístico, destacando sus pequeñas y numerosas plazas. Así pues, constituye Tamurejo un modelo representativo de asentamiento tradicional, perfectamente integrado en el paisaje y escasamente transformado respecto sus peculiaridades y fisonomía seculares, salvo por algunas edificaciones modernas que han comenzado a surgir en los últimos tiempos entre las viviendas serranas de factura popular propias del territorio, ocupando sobre todo la periferia de la trama antigua.

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