Paso de Nuestro Señor Jesucristo Yacente

La imagen del Cristo Yacente es una talla portentosa de finales del S. XVII o principios del S. XVIII y de autor anónimo, pudiendo considerarla como de escuela castellana. Contemplarla de cerca es verdaderamente sobrecogedor, pues la naturalidad serena y solemne de su rostro contrasta con el violento ''rigor mortis'' de su cuerpo. Los limpios rasgos de su cara y el cuidado tallado de su cabello y barba, configuran un magnífico trabajo, enfatizado por el realismo con que se representan las inflamadas venas de sus sienes, que muestran la marca dejada por las espinas de la corona, así como por la tenue lágrima, levemente bañada en sangre, que cae por su mejilla, mientras la boca permanece entreabierta.

Como decía, la belleza plástica del Cristo Yacente se transforma en patetismo al ver su cuerpo en escorzo y tremendamente lacerado. Éste, de estudiada y maravillosa anatomía, se muestra en tensión, al igual que sus brazos, cayendo el derecho sobre su pierna y el izquierdo a lo largo de su cuerpo, en los que se muestran al detalle las marcadas venas que lo recorren. Las piernas están semiflexionadas y en tensión, acentuándose su perfecta ejecución anatómica y la violenta postura que posee esta magnífica imagen. Las abiertas heridas en los hombros, rodillas y piernas, junto con la frialdad de los huecos dejados por los clavos, aumentan el sentimiento de sufrimiento, no exento de tenebrismo, que desprende la talla.

En su pecho se abre un sagrario de gran tamaño forrado en pan de oro que, actualmente, se encuentra vacío y que añade otra característica especial a este valiosísimo Cristo Yacente de Badajoz.

La imagen va dentro de una preciosa urna de madera tallada y dorada, realizada por "Casa Artes" y regalada por D. Victor de la Cruz en 1909. Su base presenta una decoración vegetal que entremezcla un estilo sencillo con detalles barrocos, llevando cuatro medallones grabados (cruz de toalla con la lanza y la esponja, tres clavos, columna con los flajelos y el gallo y cruz de Santiago). El tallado del resto de la urna enmarca los grandes cristales que permiten ver el esplendor de este Cristo en las calle pacenses. Cada tramo de la urna va coronado por un florero del que sale una flor de caprichosas formas; todo ello en madera trabajada.

La urna va custodiada por cuatro ángeles policromados de mediano tamaño en actitud orante que se disponen en sus esquinas, colocándose en las del cuerpo superior otros cuatro más pequeños que tocan instrumentos musicales.

Las andas del paso, que en un principio iban destinadas al paso de la Virgen, lucen un magnífico trabajo de tallado y dorado de estilo barroco, sustituyendo en los años sesenta a las anteriores, de mucho menos valor; son obra de José Benítez y Antonio Flores, "Casa Artes" de Badajoz. Su canastilla, de finísima decoración vegetal, va rematada por doce cabezas de ángeles, disponiéndose otros dos, de cuerpo entero, a los lados de la urna.

Mención aparte merecen los espléndidos respiraderos divididos en diez tramos, rematados los seis laterales con otros tantos medallones con símbolos de la pasión de Jesús y destacando en el frontal un gran escudo de la Cofradía bajo corona real, flanqueado por dos ángeles que se disponen sobre el paso. Los mencionados tramos, en los que luce la misma decoración barroca delicadamente tallada y dorada, van separados por otros tantos cuerpos que se complican en los que hacen de esquineras.

Sobre el paso van, a los lados de la urna, dos ángeles policromados, y en las esquinas lleva cuatro floreros dorados del mismo estilo que el resto del conjunto, siendo la decoración floral de claveles rojos y lirios, en su mayoría regalados por los devotos.

Los faldones de terciopelo negro llevan bordado en rojo y oro el escudo de la Cofradía.




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