PASO DE NUESTRA
SEÑORA DE LA SOLEDAD
Este
es el tercer paso de la Cofradía donde desfila radiante la Santísima
Virgen de la Soledad. Es sin duda el más querido y venerado de la
Semana santa pacense, pues en le va la "Reina y Madre" de Badajoz, La Virgen
de la Soledad, que se hace acredora del respeto, el cariño y la
devoción del todo el pueblo.La maravillosa Virgen única en
su estilo, de las que desfilan en la Semana Santa española, es una
"Madona" italiana tallada en Nápoles entre 1660 y 1664 y de autor
anónimo. Está postrada de rodillas, lo que la hace parecer
más baja, lleva ropas talladas, aunque va vestida, y las manos entrelazadas
en actitud orante. Su piadoso rostro, totalmente diferente al de las demás
dolorosas, le imprime un marcado carácter y personalidad. Hay que
señalar que la Virgen fue restaurada en los talleres góticos
de Cáceres en 1992, donde han tratado de devolverle su aspecto fresco
de antaño, levantando las capas de pintura que habían sido
utilizadas en algunas restauraciones poco afortunadas realizadas anteriormente.
La Virgen de la Soledad sale a la calle del Jueves Santo ataviada como
una auténtica reina sobre un imponente paso de palio. La cabeza
inclinada hacia la derecha, está enmarcada por un rostrillo de blonda
y chantillí que le confiere un encantador sabor antiguo a la representación
escénica de la imagen. Sobre ella descansa una finísima toca
de malla de oro ricamente bordada en el mismo material, valorada en varios
millones de pesetas, que fue regalada por la Cofradía de la Vera
Cruz de Jaén en 1949. En su cabeza luce espléndida la diadema
de plata, oro y brillantes, realizada por la joyería Castellanos
de Badajoz. Esta magnífica joya, regalada por Doña Paula
Pesini, es utilizada únicamente para este desfile y alguna otra
ocasión especial. El maravilloso trabajo denota un exquisito gusto
artístico y representa una filigrana con motivos vegetales que se
remata con rallos y estrellas, destacando en el centro dos querubines que
orlan los medallones de pedrería. Sobre ellos se disponen otros
dos en actitud orante, que coronan la diadema flanqueando la cruz central.
Las andas del paso fueron realizadas en Sevilla en los años 40 y
han sido restauradas recientemente en los talleres cordobeses de Díaz
Roncero, que se han sorprendido del magnífico trabajo que presentan
en metal plateado y repujado. En el frontal destaca los medallones de plata
bañados en oro: el central representa el Bautismo de Jesús
y está orlado por otros dos más pequeños donde van
impresas frases de la pasión. En los laterales se reparten otros
doce medallones igualmente repujados y dorados conteniendo símbolos(
santa faz, corona y tres clavos, la leyenda INRI con la esponja y la lanza,
jarra y jofaina, arca, flores y la frase "MATER DOLOROSA", gallo, columna
y flagelos, martillos y tenazas, dados y torre). Son especialmente destacables
las cuatro maniquetas del paso, espléndidamente repujadas, en las
que destaca los escudos de la Cofradía y el de la ciudad de Badajoz,
pendiendo de las mismas borlones de oro. Los respiraderos antiguos realizados
por la joyería de Madame Dubras de París en 1931, fueron
sustituidos en 1954 por los actuales de gran valor, bordados magistralmente
por las monjas Adoratrices del convento de San José de Badajoz.
Son de malla de oro rematada por terciopelo negro y presentan un magnífico
diseño floral y vegetal, destacando, en el centro del frontal, el
escudo del Ave María entre dos grandes conchas veneras, todo ellos
bordado en oro, perlas y pedrería. Los respiraderos laterales llevan
el mismo trabajo, destacando en ellos los dos medallones centrales bordados,
uno representando la columna, la escalera y la lanza y el otro un corazón
traspasado por un puñal. Esta gran obra del bordado costó,
en su momento sesenta y ocho mil pesetas. De las andas caen faldones de
terciopelo negro bordados en oro, con el escudo del Ave María en
el centro. La imagen de la Virgen descansa sobre dos peanas superpuestas,
una de madera tallada y dorada y otra de alpaca plateada, repujada y con
pedrería, regalada por las señoritas Olleros en 1933, llevando
a sus pies la media luna antigua de plata, tan característica de
las representaciones marianas y que le da otro toque añejo al conjunto.
Ante la imagen se dispone una rica candelería de 106 piezas procedente
de talleres sevillanos y realizadas en metal plateado y repujado, destacando
en sus bases el escudo de la Hermandad. Estos son los encargados de sostener
los cirios que alumbran el piadoso rostro de la Virgen de la Soledad, completándose
la iluminación con dos espléndidos faroles de cola de siete
brazos con guardabrisas. Son de metal plateado y están artísticamente
trabajados, haciendo, junto con el manto y el palio, que la trasera del
paso tenga tanta belleza y elegancia como la delantera. Siguiendo con la
orfebrería, hay que citar las ánforas regaladas por sus devotos,
algunas de ellas de plata, las cuales se ven abarrotadas por las más
de cuatrocientas docenas de claveles, gladiolos y rosas blancas que exornan
la imagen y que son donadas, en su mayor parte por los fieles, al igual
que las de los otros dos pasos. El palio está sostenido por doce
sencillos varales plateados. Es una maravillosa obra del bordado sevillano
y de incalculable valor. Fue hecho en los prestigiosos talleres de Elena
Caro y regalado por las señoritas Justa y Leonor Olleros en el año
1931. Describir esta gran obra realizada en terciopelo negro, malla de
oro, sedas de colores, oro y pedrería es realmente difícil,
baste decir que en el se utilizaron cinco kilos de oro y más de
un quilo de lentejuelas de oro, llevando además, cincuenta brillantes,
cuatro de ellos de gran tamaño. Mide 3 por 2,8 metros y se tardó
en bordar cinco meses. El techo o cielo del palio lleva en el centro una
gran paloma entre rallos, simbolizando el Espíritu Santo, rodeada
por una corona de espinas, enmarcándose este gran medallón
con rayos y estrellas de exquisito trabajo, ribeteadas por un original
diseño en oro. Alrededor se dispone una preciosa decoración
vegetal de la que surgen diez cabezas de ángeles primorosamente
bordados en sedas de colores. Las magníficas bambalinas curvas,
realizadas en maya de oro, imprimen una aire muy fresco y distinguido al
caminar del paso. En ellas se entremezclan flores, hojas y formas geométricas
en un genial y complicado diseño, todo ello bordado en oro y sedas
de multitud de colores y tonos, pendiendo de las bambalinas ricos caireles
y borlones de oro. En el frontal y en la trasera destaca el escudo de la
Virgen bajo corona real. El paso de la Virgen de la Soledad es de una prestancia
y distinción envidiables, pues sabe conjugar en un mismo conjunto
el arte, la riqueza y la elegancia sencilla sin llegar al abigarramiento.
Como joyas destacadas, además de la corona, podemos citar el popular
"Pendentil" que pende del cuello de la imagen, regalado en 1927 por Doña
Carmen Sáenz de Santa María y al que se le han ido uniendo
otras joyas de oro y piedras preciosas que le han sido regaladas a la Virgen
por sus devotos, y cómo no, citar también los dos brillantes
de gran tamaño engarzados en oro que lleva en su cuello. Los nazarenos
de la Virgen de la Soledad visten alba de tergal blanco con botonadura
negra, cíngulo albinegro, capirote de raso blanco con el escudo
de la Virgen bordado y manguitos del mismo color y material. Capa de raso
negra con el escudo de la Hermandad bordado, guantes blancos, zapatos negros
y hebillas plateadas. Los hermanos llevan la medalla de la Hermandad.
PÁGINA PRINCIPAL