Por Leslie Z. Paige, Ed.S., NCSP
Cooperativa de Educación Especial en Hays, Kansas

  Introducción.                                   

        La fobia a la escuela, el rechazo a la escuela o la evitación de la escuela son términos que se utilizan para describir a los niños que tienen un patrón de conducta para evitar o rechazar el asistir a la escuela. A diferencia de la deserción escolar, esta conducta ocurre aproximadamente en el 2% de los niños de edad escolar. Históricamente se ha utilizado el término "fobia a la escuela", pero muchos investigadores prefieren utilizar los términos "evitación de la escuela" o "rechazo a la escuela". Hay una confusión sobre los términos porque los niños que experimentan una dificultad significativa en asistir a la escuela, lo hacen por diferentes razones y presentan diferente conducta.

        En general, los niños que no quieren o evitan asistir a la escuela mantienen en contacto estrecho con sus padres o personas que los cuidan y están frecuentemente (aunque no siempre) ansiosos y atemorizados. Ellos pueden indisponerse o enfermarse cuando los obligan a ir a la escuela. Los desertores se distinguen de este grupo por su conducta antisocial o delincuente, su falta de ansiedad por no haber asistido a la escuela y el hecho de que no están en contacto con los padres cuando están evitando la escuela.

  Desarrollo

        Parte de la confusión con respecto al término "fobia a la escuela" consiste en que esta conducta no se considera una verdadera fobia. Aunque algunos niños le temen a algunas actividades escolares (tomar el autobús escolar, leer en voz alta en clase, cambiarse para la clase de educación física), a algunos les produce ansiedad los problemas en el hogar o el separarse de la persona que los cuida.

        A veces, niños de edad escolar que previamente podían separarse de sus cuidadores, se sentirán de momento ansiosos y temerosos. Una crisis reciente en la comunidad o la familia (como una muerte, divorcio, problemas financieros, mudanza, etc.) puede causarle al niño ansiedad o miedo. Algunos niños temen que algo terrible pasará en la casa mientras ellos están en la escuela. Los niños que están luchando con problemas académicos o sociales pueden desarrollar también rechazo a la escuela. Muchos niños tienen preocupaciones sociales y pueden haber sido molestados o intimidados en la escuela o de camino hacia ésta. Algunas escuelas o vecindarios pueden ser inseguros y caóticos.

        Los niños que han perdido muchos días de escuela debido a enfermedades u operaciones, pueden experimentar dificultad regresando al salón de clases. Algunos niños prefieren quedarse en la casa porque pueden ver la televisión, tener la atención de los padres, jugar, en vez de trabajar en la escuela. Puede que los niños y jóvenes que están pasando por una transición (de escuela elemental a intermedia, o intermedia a superior) se sientan muy tensos. Todos estos factores pueden llevar al desarrollo del rechazo a la escuela. Además, muchos niños rechazan o evitan la escuela por una combinación de razones, complicando más el tratamiento.

        Si no se le da tratamiento, el rechazo a la escuela podría llegar a convertirse en algo más complicado que un problema familiar. Los resultados pueden ser deterioro académico, malas relaciones con niños de su misma edad, conflictos legales, evitación del trabajo o de estudios postgraduados, ataques de pánico, agorafobia y trastornos psicológicos.

¿Qué pueden hacer los padres?

Prevención

        Los niños de edad preescolar se pueden beneficiar de experiencias estructuradas con otros adultos. Los padres pueden ayudar a los niños a separarse de las personas que los cuidan de varias maneras. Por ejemplo, pueden dejarlos con una niñera o en una guardería que sea segura. Muchas comunidades tienen oportunidades para niños de edad preescolar tales como la hora de cuentos en la biblioteca, adiestramiento religioso como escuela bíblica, actividades recreativas, escuelas, etc. Cuando el niño se alborota al separarse de los padres, la mejor estrategia es informarle, calmadamente, que el padre/madre regresará y que el niño tiene que quedarse.

        Entonces váyase rápido. Usualmente los niños tienen más dificultad si los padres toman mucho tiempo al despedirse, se enojan, esperan a que el niño se calme o intentan razonar con el niño. Una separación firme y con cariño es usualmente mejor tanto para los padres como para el niño. Las personas que trabajan en guarderías tipicamente informarán que la angustia del niño desaparece rápidamente. Sin embargo, los niños cuyos padres prolongan la separación o que han tenido experiencia poco exitosa de una separación, necesitarán más tiempo o apoyo para calmarse. Esto puede ser porque han aprendido que su angustia hace que sus padres los rescaten de la separación. Las experiencias positivas de separación en la edad preescolar facilitan la transición a kindergarten.

        Cuando los Niños Rechazan o Evitan la Escuela

        Si las quejas por enfermedad son una excusa para no asistir a la escuela, haga que un especialista de la salud examine al niño. Si no hay razón médica para estar ausente, el niño debe estar en la escuela. El padre debe intentar descubrir si hay algún problema específico causando este rechazo. A veces el niño se siente aliviado al expresar sus preocupaciones sobre amigos o expectativas en la escuela. Si el niño puede señalar un problema en específico (como pruebas, alguien que lo molesta, etc.), entonces el padre/madre debe hablar inmediatamente con la maestra del niño sobre el desarrollo de un plan que sea apropiado para resolver el problema. Algunas estrategias con sentido común tratan de incluir a un miembro de la familia para que lleve el niño a la escuela, o si el niño permanece en la casa, entonces se le debe eliminar las recompensas como meriendas, televisión, ordenador o atención de los padres. El horario de la escuela debe imponerse en la casa.

        Sin embargo, la familia no debe dudar en buscar ayuda del psicólogo escolar, consejero escolar u otros profesionales de la salud mental, si el niño se encuentra extremadamente indispuesto, si hay que obligarlo a asistir a la escuela, si hay un problema significativo en la familia, o si el rehusar ir a la escuela se ha convertido en un hábito. Los padres y la escuela necesitan trabajar juntos para identificar qué está causando o manteniendo esta conducta y desarrollar un plan comprensivo de intervención. La clave del éxito es la pronta intervención; mientras más tiempo permanezca esta conducta, más difícil será de tratar.

        El tratamiento depende de las causas, las cuales pueden ser difíciles de determinar. Muchos niños pueden haber comenzado a evitar la escuela por una razón (ej., miedo a ser disciplinado por una maestra, sentirse socialmente inadecuado), pero ahora están en la casa por otra razón (ej., acceso a los juegos de video, falta de presión académica, etc.). Tal vez se deben intentar varios planes de tratamiento. Ayudar a que el niño se relaje, desarrollar mejores destrezas para enfrentar las situaciones, mejorar las destrezas sociales, utilizar un contrato y ayudar a los padres con problemas familiares, son ejemplos de posibles tratamientos.

 

 

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